Nací durante
el Pontificado de Pablo IV y tenía 6 años cuando escogieron a Juan Pablo
I. Gracias a la buena memoria que he
tenido desde pequeña, recuerdo a mis padres comentado su inesperada y repentina
muerte, y luego la fumata blanca y el saludo de Juan Pablo II.
Como os
comenté en otra entrada anterior, la muerte de Juan Pablo II y la posterior
elección de Benedicto XVI las viví embarazadísima de Miguel, y todo ello fue un
cúmulo emocional impresionante. También lo ha sido su despedida…
No recuerdo
desde cuando no corría tanto como ayer para poder llegar a casa, junto con los
niños, después de enterarnos de la fumata blanca. Sólo queríamos poder ver en directo el anuncio del nombre del nuevo Papa. Para Marta es el segundo cónclave y para Miguel el primero. Estaban los dos nerviosos y emocionados. Doy gracias por poder haber vivido este momento con ellos.
Mientras esperábamos,
pensaba viendo a tanta gente en la Plaza de San Pedro e imaginando a toda la
que estaba atenta a los diferentes medios de comunicación, que todos ya lo
queríamos. Sin saber quién era ni de donde era… Habemus papam, y en esa alegría
también se podía ver la catolicidad, la universalidad de la Iglesia.
Por fin, el
anuncio: “Annuntio vobis gaudium magnum.
Habemus Papam. Eminentissimum ac Reverendissimum Dominum, Dominum Georgium
Marium Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem Bergoglio. Qui nomen sibi imposuit
Franciscum». ¡PAPA FRANCISCO!
Cuando salió
al balcón y se quedó parado, sin decir ni hacer nada, sólo escuchando a la
gente, Marta me decía: “Parece muy serio, ¿verdad mamá? No, Marta no. Serio no,
abrumado”
Abrumado
porque es muy humilde, pues ya en el anterior cónclave pidió con lágrimas en los
ojos a sus compañeros cardenales que no le votaran. Y abrumado por la gran responsabilidad
que acabada de caer sobre sus hombros. Admirable sencillez, austeridad y
cercanía.
Después de
tantas quinielas y listas de papables, se cumple el dicho que dice: “Quién entra
Papa, sale Cardenal”. Y así ha sido. Parece que nos olvidamos que el que asiste
a la Iglesia es Ntro. Señor Jesucristo y ha sido elegido el que Él ha querido.
Por eso,
desde ya, como siempre, pido a Ntro. Señor por él y por la Iglesia:
“Oh Jesús,
Rey y Señor de la Iglesia: renuevo en tu presencia mi adhesión incondicional a
tu Vicario en la tierra, el Papa. En él tú has querido mostrarnos el camino
seguro y cierto que debemos seguir en medio de la desorientación, la inquietud
y el desasosiego. Creo firmemente que por medio de él tú nos gobiernas, enseñas
y santificas, y bajo su cayado formamos la verdadera Iglesia: una, santa,
católica y apostólica. Concédeme la gracia de amar, vivir y propagar como hijo
fiel sus enseñanzas. Cuida su vida, ilumina su inteligencia, fortalece su
espíritu, defiéndelo de las calumnias y de la maldad. Aplaca los vientos
erosivos de la infidelidad y la desobediencia, y concédenos que, en torno a él,
tu Iglesia se conserve unida, firme en el creer y en el obrar, y sea así el
instrumento de tu redención. Así sea.”
¡Viva el Papa!
Yo también encendí la tele rapidísimo en cuanto oí que había salido fumata blanca. Y creo que han elegido muy bien, se le ve una persona humilde y cercana al pueblo :) Un beso
ResponderEliminarSi, yo también estoy contenta con la elección. Se le ve, como tu bien dices, muy cercano y entrañable. Bsos.
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